Los programas de recompensas se conocen desde principios del 1800.
El primer programa formal fue aplicado por WM Denning Astillero en Escocia, quien ofrecía pequeñas recompensas económicas con el fin de captar ideas innovadoras que fomenten mayores ingresos para su negocio.
En los últimos años, importantes investigadores en psicología y el comportamiento organizacional han puesto de manifiesto los problemas que devienen del uso indebido de estos esquemas de incentivos.
Los errores frecuentes que hay que tratar de no cometer son los siguientes:
* Que un único ganador se lleve todo, un único premio es un gran incentivo. Desde el segundo lugar en adelante, los restantes por lo general se consideran perdedores.
* Recompensas económicas, son bastante comunes pero se debe prestar especial atención a este tipo de incentivos. Por ejemplo un incentivo económico, para el personal que vive en una gran capital respecto del que vive una ciudad menos cosmopolita, no siempre representa lo mismo. A su vez, establecer diferentes incentivos por localidades puede generar suspicacias de por qué a ellos más y a nosotros menos.
* Porcentaje sobre los ahorros, muchas empresas se ven tentadas de declarar como premio un porcentaje sobre los ahorros obtenidos. Esto tiene una serie de efectos positivos en relación al imaginario colectivo. Pero lamentablemente se transforma en una complejidad al momento de determinar cuál fue el ahorro real.
Esto siempre generará suspicacias en un conjunto de empleados, que posiblemente descrean del método de cálculo aplicado y por efecto secundario su motivación bajará para las futuras campañas de innovación.
Muestra metodología de trabajo, prevé el tratamiento de este punto, en la fase de análisis y diseño de la campaña de innovación.
iDeas visionarias, considera que el "reconocimiento no económico” debe ser el premio diferencial, sin que esto inhabilite cualquier otro tipo de incentivos
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