sábado, 3 de abril de 2010

LA FORMACION PROFESIONAL PARA EL EMPLEO (Por Rogelio Navarro)

La cualificación constituye el valor principal del trabajador y trabajadora en cuanto tal: se es trabajador porque se sabe hacer algo. De este principio se deduce que la Formación Profesional como vía de acceso y mejora de una cualificación, que entendemos como un proceso permanente a lo largo de toda la vida, es un derecho de los trabajadores y de las trabajadoras.
Por tanto, la cualificación de los trabajadores, su desarrollo y su reconocimiento, al ser una cuestión esencial para el trabajador, pertenece al núcleo de la negociación colectiva y de la acción sindical, ya que la negociación colectiva no debe limitarse, entre otras cosas, a la cantidad del trabajo, sino que debe extenderse a la calidad del mismo. La formación profesional para el empleo debe ser una prioridad estratégica, un derecho y un deber de todos los trabajadores y trabajadoras.
La cualificación está íntimamente relacionada con el acceso, el mantenimiento y la calidad del empleo, del que es una condición necesaria, aunque no suficiente. De aquí se deduce la consideración de la formación profesional como una de las políticas activas de empleo más potente, pero no única.
"No es la solución a la crisis, pero sí una ayuda necesaria, ya que es fundamental para conseguir y mantener el trabajo"
Su mayor capacidad viene dada, precisamente, de su integración con el resto de las políticas activas de empleo. No es la solución a la crisis, pero sí una ayuda necesaria, ya que es fundamental para conseguir y mantener el trabajo. Por ello se debe apostar por la Formación Profesional para hacer frente a la crisis en lugar de pensar en recetas basadas en el abaratamiento de los despidos
La mejora de las Cualificaciones Profesionales es una condición indispensable para impulsar la estructura económica de los territorios, la competitividad de las empresas y la calidad del empleo, como consecuencia desarrollo económico, creación de empleo y mejora del ya existente.
A la vez, debe permitir que el trabajador y la trabajadora, a través de un acceso fácil y coherente a la formación a lo largo de su vida profesional, pueda ejercer su “derecho individual” al aprendizaje permanente y al desempeño eficaz de un empleo.
La defensa de una mejor cualificación de los trabajadores y trabajadoras debe vincularse con mejores condiciones de empleo y trabajo. Por tanto, Desarrollo Económico, Diálogo Social y Formación Profesional son tres conceptos que necesariamente deben estar vinculados y estar dirigidos a favorecer la cualificación de los trabajadores.
En este sentido, la Formación Profesional ha de ser un instrumento fundamental para la promoción personal y profesional de los trabajadores, en la medida en que incide en el acceso al empleo, el mantenimiento del mismo y la mejora de las condiciones de trabajo. Asimismo, permite poner en práctica el principio de igualdad de oportunidades, especialmente para los colectivos más desfavorecidos y para aquellos que tienen menor cualificación.
Quisiera destacar que la consolidación de un sistema de formación a lo largo de toda la vida, constituye una apuesta de futuro hacia la economía del conocimiento.
Las economías europeas más competitivas son aquellas que gozan de un alto contenido en capital humano. En este sentido, es de destacar, que la mejora de la productividad pasa por políticas que requieren un esfuerzo a largo plazo en educación, formación y en I+D+i.
Habría que señalar que la mejora de la productividad y competitividad de la economía valenciana , así como el necesario cambio del modelo productivo, no puede quedar aplazada a medio y largo plazo. La mejora de la competitividad y de la productividad es un reto y una exigencia en el presente, que hay que hay que continuar abordando e impulsando mejorando la cualificación de la población actual activa.
Ello requiere, por tanto, un buen sistema de Formación Profesional Reglada y sobre todo un buen sistema de Formación Profesional para el Empleo.
En definitiva, la opción debe ser el trabajo estable, de calidad, y con derechos, donde la cualificación profesional de los trabajadores sea el elemento central, por lo que se hace necesario impulsar el derecho de los trabajadores y las trabajadoras a procesos formativos permanentes, bien desde la óptica de la especialización, desde la readaptación profesional, como desde la cobertura de expectativas individuales, facilitando y potenciando que el sistema formativo sea capaz de adaptarse a las necesidades de la economía y de su capital humano.

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